Creo en Jesús por lo que Jesús significa: “Yeshua: DIOS
AYUDA”
En su nombre se contiene toda mi fe. Un Dios que se acerca
y ayuda, que se inclina y nos socorre, que nos ama y acompaña.
“Dios ayuda” ¿hace falta algo más?
Creo en Jesús sensible y atento a la situación límite de su
pueblo, de su gente y a la vez impotente para solucionar todos los problemas.
Hizo lo que estuvo a su alcance.
Creo en Jesús que se puso al lado de los que sufren, de los
excluidos por la sociedad y por la religión: pecadores y prostitutas, enfermos
y pobres, mujeres y niños y les infundió amor y la certeza que Dios los ama, no
están solos.
Creo en Jesús porque Él se sintió Hijo amado y porque esa
filiación es don universal; filiación que todos hemos recibido desde nuestra
concepción y que nos invita a decirle a Dios ABBA, Papá-Mamá como niño que
descubre la maravilla de la paternidad-maternidad divina sin comprenderla
Creo que Jesús no es un Señor que nos somete sino el que
nos hace libres como El y nos libera de todos los señores que se creen
poderosos oprimiendo y sometiendo.
Creo en Jesús que nos devuelve la confianza en nosotros
mismos y nos dice: “Tu fe te ha salvado”
Creo en Jesús que le inspira el Espíritu de Dios, que es el
Hombre del Espíritu por excelencia. Y que fue concebido por el Espíritu Santo,
que es Dios, no en el sentido biológico de que el Espíritu realiza en María la
acción de José sino q experimenta q el Espíritu es la esencia de su ser, de su vida.
Creo en Jesús que el Espíritu, desde que apareció la
especie Homo en el Universo, fue encarnándose en cada uno y en todos sin
distinción alguna y nos enseñó así q la Paternidad-Maternidad Divina nunca fue
ni es enemiga de la paternidad-Maternidad hna. Y a la vez que no es enemigo del
cuerpo.
Creo en Jesús porque me regaló una madre q es santa no
porque sea inmaculada, angélica, irreal sino porque en su seno aceptó el don de
Dios: su Hijo. Su santidad no consiste en ser perfecta, dejaría de ser humana
sino porque vivió en la fe el misterio de la encarnación, como lo viven todas
las madres, sin saberlo.
Toda mujer, todo hombre está llamado a encarnar a Dios.
El ser carne no es obstáculo sino camino para la
realización plena de la filiación divina en lo humano.
Creo en Jesús porque es el perfeccionador de nuestra fe.
No necesito más dogmas ni miedos ni castigos. Tengo quien
me anima en mis flaquezas y debilidades, en mis sufrimientos y en mis dudas.
Creo en Jesús porque en Jesús Dios me acompaña y habita en
mí.
Creo en Jesús porque mi deseo es creer en Dios como Jesús
creía en Dios.
Gustavo Valls
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