Mateo 14, 22-33
Después
de despedir a la gente Jesús subió al monte a solas para orar…¡Ánimo, soy Yo,
no tengáis miedo!...¡Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?
Tenemos el don de la fe, sabemos que Jesús nos ama, creemos
que Dios es nuestro Padre. Pero, cuando las cosas, se ponen feas, tenemos
miedo, reculamos, buscamos otras agarraderas y nos puede la inseguridad. Va con
nuestra naturaleza: buscamos seguridades en lo palpable. Pero, la fe es un don
en el que la confianza ha de ser entera: se trata de dejarse llevar por Dios.
¿Y cómo se hace? Orar primero y después actuar. Si no lo hacemos así, los
miedos serán más grandes. Es la oración la mejor comida que se nos ha regalado.
Que de nuestro corazón salga cada día una oración ¡Señor, creo en Ti!
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