Villagarcía de Campos, PP Jesuitas. Campera regional 17-6-2017 |
Con la que está cayendo, el nuevo misal litúrgico
oficializa una nueva polémica que descentra el mensaje central del evangelio en
general y de la celebración eucarística en particular. No es un brindis al sol
mi expresión “con la que está cayendo”; Pablo VI ya alertó en su encíclica
Evangelii Nuntiandi que “la ruptura entre el Evangelio y la cultura, es, sin
duda alguna, el drama de nuestro tiempo.” Y uno de los soportes para evitarlo
es utilizar un lenguaje que llegue al corazón del ser humano actual. Además del
ejemplo, claro está.
En pleno acercamiento al mundo protestante en el
aniversario de Lutero (Francisco, Kasper...), que refuerza la redención
universal y el que Cristo murió por todos, el nuevo misal retrocede a Benedicto
XVI con una peligrosa argumentación que es difícil de entender si no es desde
la exclusión del amor de Dios a “algunos”. Y descentrando, de paso, los
mensajes divinos de la compasión y misericordia universales. Se trata del
cambio en las palabras de la consagración: donde actualmente se dice "será
derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los
pecados", pasa a decirse "será derramada por vosotros y por muchos para
el perdón de los pecados".
En Hechos 18, el Señor dio ánimos a Pablo en el sentido de
que su labor no sería en vano porque “muchos” llegarían a conocer a Cristo en
la ciudad de Corinto. Aunque él se dirigía a todos, al menos iban a ser muchos
los que iban a convertirse.
Si el que Jesucristo murió por todos es algo que forma
parte de las certezas básicas de nuestra fe, ¿a qué viene detenerse todo un
Papa en este matiz, con lo que nos falta de ejemplo vivo en la sociedad de hoy
que nos interpela desde una religión clericalista -a pesar de Francisco- capaz
de espantar a tantos que buscan? Ya en el año 2006, Ratzinger, entonces
cardenal prefecto de la Congregación para la Liturgia, dirigió una carta a los
presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo para que introdujesen
esa modificación en la consagración en los misales. Como no todas le hicieron
caso, en abril de 2012, investido ya como Benedicto XVI se dirigió con
severidad a algunos presidentes de los obispos, incluido el alemán, para urgir
la aplicación de lo ya mandado. Y desde marzo de 2017, en pleno pontificado de
Francisco, se modifica en nuestro misal.
Cristo vino por todos, porque es Amor y todos le
necesitamos: hemos nacido para Él. Pero en Marcos y Lucas Jesús afirma que vino
por los pecadores, no por los justos; su misión preferentemente se concentró en
los enfermos, no en los sanos. Esto aleja que nadie puede quedar excluido del
amor y la acción de Dios que llegó hasta las últimas consecuencias del
asesinato en un madero.
Cuando preguntas por este dislate terminológico, te cuentan
que el término “muchos” no se utilizaría aquí en contraste con “todos”, sino
frente a “pocos”. Incluso afirman que el concepto “muchos” en algunos casos es
un equivalente a “todos”. Entonces, ¿para qué marear el tema y no dejarlo en su
sentido de la universalidad del amor de Dios sin fisuras frente a una
interpretación sectaria, nada menos que en las palabras de la consagración?
Dios invita a todos al Banquete. Lucas refuerza la universalidad de la oferta
divina frente a esa idea de “muchos”: un gran señor invita a su gente cercana y
como se disculpan y no van, ordena a sus criados que vayan a invitar a los
pobres, a los inválidos, a los cojos y a los ciegos hasta que la casa se llene
de invitados.
Una cosa son los llamados y otra los que responden a la
llamada. Podemos elucubrar sobre si se salvan todos, casi todos o muchos o
pocos (es de suponer que si el Padre pone en marcha la historia de la humanidad
no es porque acabará siendo una empresa fracasada). Pero poner el acento en
“muchos” en lugar de remachar el “todos” me indica muchas cosas, y ninguna es
buena. Así no conseguiremos parar la sangría y solo atraer a bien pocos nuevos
cristianos comprometidos de las nuevas generaciones cuya mayoría son totalmente
indiferentes a nuestra institución eclesial.
Gabriel Mª Otalora
Eclesalia
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