Confieso que siento una
pena inmensa cuando me encuentro con personas buenas que se imaginan a Dios
dedicado a anotar cuidadosamente los pecados y los méritos de los humanos, para
retribuir un día exactamente a cada uno según su merecido. ¿Es posible imaginar
un ser más inhumano que alguien entregado a esto desde toda la eternidad?
Creer en un Dios, Amigo
incondicional, puede ser la experiencia más liberadora que se pueda imaginar,
la fuerza más vigorosa para vivir y para morir. Por el contrario, vivir ante un
Dios justiciero y amenazador puede convertirse en la neurosis más peligrosa y
destructora de la persona.
José
Antonio Pagola.
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