Para todas las personas
que viven con el agua al cuello
Cuando vi como hacías
girar tus ojos saltarines supe que te gustaba bailar y ensayar pasos nuevos al
ritmo de las antiguas músicas. Supe tantas cosas que llevabas escondidas que
aún hoy no salgo de mi asombro. Guardaste la parte más bonita de ti.
No sé por qué decidiste
esconder la carcajada y la ternura abierta, los deseos locos de empezar de
nuevo y la ilusión libre por las cosas inesperadas.
Ayer, al despertarme,
al buen Dios le hice una plegaria para tu corazón: “¡Qué vuelva el arco iris a
salir para ella! ¡Qué vuelvan las ganas de vivir, de sentir, de amar, de
abrazar, de cantar!”
Me pareció que El mismo
me contestaba: ¡Concedido!
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