Es verdad que el entusiasmo puede ser un sentimiento pasajero, y
a veces excesivo, como lo son muchas euforias o fervores de un día. Pero
tampoco hay que resignarse a la frialdad, el escepticismo, la quietud o la
sobriedad. Porque Dios, a veces, entusiasma, ilusiona, te enciende por
dentro. En esos momentos en los que vibras con el evangelio. Porque te hace
creer que es posible otro mundo, otra iglesia, otra sociedad. Te hace sentirte
capaz de mucho más. Te hace tender puentes hacia los otros que, de otro modo,
nunca cruzarías, hacia otros diferentes a ti mismo. Y te hace apostar (a
veces todo) por la lógica de las bienaventuranzas.
pastoral sj
Imposible vivir sin entusiasmo. Vivir sin entusiasmo es morir poco a poco con aburrimiento.
ResponderEliminarIlusión es echarle ganas.
ResponderEliminarIlusión es ponerse en las manos de Dios
Ilusión es reconocer la capacidad del hombre
Ilusión es amar con alegría
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Nuria