LUCAS 4, 1-13
Jesús, lleno de Espíritu Santo, regresó del Jordán, y el
Espíritu lo fue llevando por el desierto durante cuarenta días, mientras el
diablo lo tentaba. Todo aquel tiempo estuvo sin comer y al final sintió hambre.
El diablo le dijo:
- Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta
en un pan.
Jesús le contestó:
- Está escrito que "no sólo de pan vivirá el
hombre" (Dt 8,3).
Después, llevándolo a lo alto, el diablo le mostró en un
instante todos los reinos del mundo y le dijo:
- Te daré toda esa autoridad y su gloria, porque me la han
dado a mí y yo la doy a quien quiero; si tú me rindes homenaje, será toda tuya.
Jesús le contestó:
- Está escrito: "Al Señor tu Dios rendirás homenaje y a
él sólo prestarás servicio" (Dt 6,13).
Entonces lo condujo a Jerusalén, lo puso en el alero del
templo y le dijo:
- Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está
escrito: "Dará órdenes a sus ángeles para que te guarden", y también:
"Te llevarán en volandas, para que tu pie no tropiece con piedras"
(Sal 91,11-12).
Le contestó Jesús:
- Está mandado: "No tentarás al Señor tu Dios"
(6,16).
Acabadas todas sus tentaciones, el diablo se alejó de él por
un tiempo.
Estamos en cuaresma. Es un tiempo para la interioridad. Por
eso los Equipos en este periodo hacemos el retiro. Un fin de semana para estar
con nosotros mismos y con Dios. Un regalo.
El evangelio de hoy relata las tres tentaciones o peligros
sobre los que debemos estar alerta.
La primera. El deseo de acumular. Como si el dinero nos trajera
la felicidad. Sabemos que no es así. Pero, ¡¡cómo nos cuesta ser más generosos!!
Cuando tenemos la fundamental con una retribución suficiente, ¿para qué más?
Tener más no nos llena más. Si acaso, lo que hace es engordarnos y vamos por la
vida pujando un peso inútil. ¡¡Cuidado!!
La segunda. La vanagloria, el creernos los mejores. Es
una gloria inútil, que aumenta nuestro ego y nos impide ver nuestras carencias. Nos creemos pavos reales exhibiendo colorido. Vamos a dejar de mirarnos el ombligo. Somos criaturas amadas y nuestra mayor
gloria es ser humildes.
La tercera. El poder. El estar por encima de los demás. ¡¡Qué
error!! El más grande es el más sencillo, el que sabe que es poca cosa, el que
ha aprendido que la gran sabiduría es amar. Amar es donarse. Sin pedir nada.
Sin creerse mayor ni más grande que el más humilde de las personas.
Esta es la lección que hoy nos enseña el Señor. ¿Nos
ponemos a ella? Claro que sí. Por supuesto que sí.
El siguiente video nos hace ver que todos tenemos unas
cualidades que tenemos que emplear, si nos las guardamos renunciamos a vivir.
¡¡Atrévete!! ¡¡Entrégate!! ¡¡El juego ha comenzado!! Es nuestra vida. Feliz
domingo.
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