César Bona: "Yo no haría mejor mi trabajo si me
pagaran más"
“Me dan igual los dieces que saquéis en los exámenes si no
sois buenas personas. Lo que me importa es que seáis buenas personas y tratéis
a los demás con respeto. Después os exigiré todo lo demás”
Uno de los 50 mejores maestros del mundo, según el premio
Nobel de los profesores, se muestra crítico con el Libro Blanco del Docente y
advierte de que las causas del fracaso escolar son, entre otras, que la escuela
no valora el factor humano y que los docentes no están haciendo del colegio un
lugar donde los niños quieran ir.
Dice César Bona (Aizón, Zaragoza, 1972) que los niños no
son sólo los adultos del mañana, sino también los habitantes del presente. Por
eso cree que los maestros deben educar para la vida, además de para el trabajo,
y que no deben enseñarles a ser mejores que sus compañeros, sino a ser mejores
que lo que eran antes. “Me dan igual los dieces que saquéis en los exámenes si
no sois buenas personas. Lo que me importa es que seáis buenas personas y
tratéis a los demás con respeto. Después os exigiré todo lo demás”. Así se
presentó el primer día de clase en una escuela de Muel (Zaragoza) quien luego
fue uno de los 50 mejores maestros del mundo, según el Global Teacher Prize, el
premio Nobel de los profesores.
Su metodología se basa en la empatía, en su capacidad de
detectar qué necesitan los niños y qué los puede motivar. Como explica en La
nueva educación. Los retos y desafíos de un maestro de hoy (Editorial Plaza y
Janés), combatió el absentismo escolar haciendo que los alumnos de una clase le
enseñaran a tocar el cajón flamenco y fomentó la cohesión en una aula montando
una película de cine mudo en la que los protagonistas eran dos alumnos que no
se hablaban.
En una cafetería de la estación de Atocha de Madrid, poco
antes de coger el AVE para volver a casa y seguir con la vorágine de
entrevistas, charlas y reuniones en la que vive desde que fue elegido mejor
profesor de España, Bona reclama pasión, creatividad y sensibilidad a los
docentes para que ellos mismos puedan fomentar la pasión, la creatividad y la
sensibilidad de los alumnos. ¿Cómo? Con más diálogo y menos datos. “Nos
empeñamos tanto en enseñar a los niños que nos olvidamos de invitarlos a
aprender. Yo veo más importante abrir una puerta a la curiosidad de los niños
que darles toda la información, porque si ellos ven cómo funciona, van a estar
siempre entrando y saliendo con esa puerta".
El libro blanco del docente que prepara Juan Antonio Marina
propone pagar a los profesores en función de sus resultados. ¿Qué le parece?
Yo no haría mejor mi trabajo si me pagaran más. E igual que
yo, también muchos maestros que sé que viven con pasión esta profesión. Aunque
a nadie le amarga un dulce, no es cuestión de dinero. Si te pagan más,
maravilloso, pero no me apetece que se asocie esta profesión, que es tan
bonita, con trabajar bien para ganar más. Además, este tema tiene varios
matices que es necesario analizar. Por ejemplo, ¿según qué resultados iban a
pagar más? Porque, si los resultados son números, ¿cuánta gente iría a los
centros que llaman de difícil desempeño? Porque normalmente los profesores que
van allí sienten pasión por esta profesión y acuden a estos centros para sacar
lo mejor de esos niños. Los resultados son humanos, no se pueden cuantificar en
una nota. Luego, sí que valoraría a los maestros por su implicación con los
niños, con los padres, con la escuela y con la sociedad, no por un número. Hay
muchísimos maestros que se implican para que un niño saque un 5 y es una gran
satisfacción ver que se va superando. Tenemos que educar a los niños no para
que sean mejores que sus compañeros sino para que sean mejores que lo que eran
antes. Esas medidas que propone el libro blanco crearían además competitividad
entre los niños, entre los docentes, entre los centros... Es algo peliagudo. Estoy
a favor de evaluar a los profesores que hacen cosas interesantes para los
niños, pero hay que ver cómo.
Marina también propone un MIR para maestros. ¿Cómo lo ve?
Me parecería bien hacer una selección entre quienes están
estudiando para ser maestros. Serviría para ver qué cualidades tienen, qué
ofrecen. ¿Eres un ser curioso, creativo? Si lo eres, tienes más opciones que
los demás para ser maestro porque eso es lo que vas a enseñar a los niños.
¿Eres un ser con compromiso social? Si lo eres, tienes más opciones que los
demás para ser maestro porque eso es lo que vas a enseñar a los niños.
¿Cómo se podrían evaluar estas cualidades?
Hay maneras para ver si alguien es creativo o comprometido.
A través de sus proyectos se podría medir. Lo que no puede ser es que alguien,
por sacar un 9 o un 10, empiece a trabajar de maestro cuando quizás no sabe
tratar a los niños, no sabe escucharlos, o no sabe ponerse en su lugar.
Dice que si los maestros quieren enseñar deberían estar
siempre aprendiendo. ¿La formación continuada al profesorado debe ser
obligatoria?
Si un maestro es consciente de lo que implica su relación
con los niños siempre sabe que ha de estar formándose. No hace falta que te
obliguen si sabes que cada día tienes que dar tu mejor versión para sacar la
mejor versión de los alumnos. Hay que ofrecer mucha más formación, pero vamos a
distinguir entre la formación al profesorado, que es fundamental, de la
formación para futuros maestros en las universidades. A ellos hay que darles
herramientas para que las usen luego con los niños, herramientas de expresión
oral, de compromiso social, para estimular la curiosidad y la creatividad de
los futuros docentes. Cuando doy charlas en las universidades pregunto a
cuántos les han enseñado a hablar en público y, de 600, levantan la mano
cuatro. ¿Cómo vamos a enseñar a los niños a hablar en público si nadie nos ha
enseñado a nosotros? Nunca es tarde para empezar.
Apunta en el libro que los profesores deben estar motivados
para poder despertar la curiosidad de los alumnos por aprender. ¿Qué les diría
a los docentes hastiados que ya no tienen ganas de aprender?
"Tenemos que educar a los niños no para que sean
mejores que sus compañeros sino para que sean mejores que lo que eran
antes"
La educación tiene mucho que ver con la felicidad. Y la
felicidad tiene mucho que ver con la educación. Uno aprende cuando está feliz
y, en ese sentido, un maestro que no vaya feliz a trabajar jamás va a encontrar
a los alumnos felices. Por consecuencia, esos alumnos nunca van a tener ganas
de ir al colegio. Además, según qué educación les das, ellos podrán encontrar
su camino. Existe gente que se acomoda y en esta profesión uno nunca puede
estar cómodo. Uno tiene que ser consciente de que es imperfecto y humilde para
aprender de los compañeros, de los padres y de los niños. Es imposible saber de
todo, siempre tenemos que aprender de la gente que nos rodea y esa es una
cualidad que deberían tener todos los maestros. Y deben ser abrepuertas. No
sólo tienen que meter datos en las cabezas de los niños, sino abrirles las
puertas a la curiosidad porque tienen mucho que ofrecer. La escuela,
normalmente, no deja aflorar la creatividad y la imaginación de los niños, no
deja que la expresen y la compartan.
¿A qué cree que se debe?
A que los currículums son exageradamente largos. Desde el
primer minuto hasta el último, muchos profesores piensan que lo más importante
es meter datos en las cabezas de los niños. Pero no, hay que educar para la
vida. Y si en algún momento hay que olvidarse de estos datos y estar hablando
días y días con los niños de cosas más importantes que la Edad Media, debemos
hacerlo. Debemos hablar sobre la interacción entre ellos, sobre la cooperación,
sobre el respeto. Entonces habrá gente que dirá: "Así no aprenden".
Pero ¿qué quieres que aprendan? Hay tiempo para todo, pero lo que no puedes
hacer es dedicar todo el tiempo de la clase a meter datos en las cabezas de los
niños que a los 30 días habrán olvidado casi completamente.
" Es más importante abrir una puerta a la curiosidad
de los niños que darles toda la información
¿Qué ha provocado que ahora los currículums sean tan
extensos?
No lo sé. No sé quién decide meter tanta materia en un año.
Pero las consecuencias son graves. Por ejemplo, que los niños estén haciendo
deberes hasta las tantas porque hay que terminar el temario... para mí, eso es
contraproducente. Hay que dar un poco de oxígeno para que los chavales tengan
ganas de volver a clase el día siguiente, hay que dejarles con hambre.
Imagino que en Secundaria eso es tarea imposible...
Es paradójico. Cuanto más ganas tienen de sentir que son
alguien, es cuando más se les anula. ¿Por qué? Porque las clases son de 50
minutos, porque hay muchísima información que darles en poco tiempo... Cuanto
más necesario es escucharles es cuando menos tiempo hay para ello. Cuanto más
necesidad tienen de participar en la sociedad es cuando menos tiempo tienen
para participar en la sociedad.
El Gobierno dice que una de las causas del fracaso escolar
es la falta de incentivos al profesorado. La oposición culpa a los recortes y
usted afirma que no toda la culpa es de las instituciones. ¿Cuál es la raíz del
problema?
A nadie se le puede convencer de que un recorte va a hacer
que la educación mejore. Un buen maestro con un mal sistema podrá hacer algo, y
con un buen sistema, hará algo definitivamente. Un mal maestro en un buen
sistema hará muy poco; y en un buen sistema, hará muy poco también. Lo primero
es dar lo máximo de nosotros mismos. Y luego, el sistema tiene que ayudar. La
primera causa del fracaso escolar es que no hacemos de la escuela un lugar
donde los niños quieran ir. Otra causa es que no se tiene en cuenta el factor
humano. Si se recortaran los currículums y tuviéramos más tiempo para hablar,
si los niños tuvieran tiempo para expresar su creatividad, querrían volver al
colegio. Es extraño ver clases en las que los niños expresen lo que tienen
dentro, sus talentos... Cuando eso sucede, quieren volver a clase porque ven
que tienen algo que todos los seres humanos tenemos: el deseo de sentirse
útiles, escuchados, queridos.
La primera causa del fracaso escolar es que no hacemos de
la escuela un lugar donde los niños quieran ir
Dice que en sus clases hay empatía, respeto y sensibilidad.
Sin embargo, cuando se hacen leyes, sólo se habla de números, competencias y
resultados.
En 1996, Jacques Delors preparó un informe sobre cómo tenía
que ser la educación y señaló cuatro pilares básicos: los niños tendrán que
aprender a hacer, aprender a aprender, aprender a convivir y aprender a ser.
¿Dónde están los dos últimos pilares a estas alturas?
Con proyectos como 'El Cuarto Hocico', una protectora de
animales virtual creada por los alumnos que ha ido creciendo y se ha extendido
a otros pueblos, aboga por despertar el sentido crítico de los alumnos y
hacerles sentir protagonistas del cambio. ¿Por qué?
Eso es mágico. Si a un niño le invitas a participar y a
actuar, cambia todo. Si se sienten ejemplos para otros, se esfuerzan incluso en
hacerlo mejor. Cuando les invitas a mirar a la sociedad y a aportar algo,
intentan cambiar su entorno para bien cambiando ellos también interiormente.
¿Cómo reaccionan los padres ante sus propuestas?
Los padres, por norma, piensan que hemos de educar a sus
hijos como ellos fueron educados. Pero las herramientas cambian, el contexto en
el que viven los niños cambia... Y tenemos que convencerles de ello. A los
futuros maestros les digo que tenemos que ser perseverantes en este sentido y
que es imprescindible el diálogo con los padres. A algunos les cuesta entender
que los niños tienen que aprender cosas que no están en los libros, pero poco a
poco van comprendiendo la situación. Lo que esta claro es que cuando a un niño
le invitas a superarse, o cuando confías en él, los resultados son
maravillosos. Pero para que tú confíes en un niño y le escuches, necesitas
tiempo.
"Cuando a un niño le invitas a superarse, o cuando
confías en él, los resultados son maravillosos"
El tiempo. ¿Qué le diría a un profesor que comparte su
opinión pero dice que no tiene tiempo de hacer esas cosas que propone?
Todos mis proyectos los he hecho en la escuela pública y he
cumplido con el currículum. ¿Cómo? Recortando cosas que yo consideraba menos
interesantes que escuchar a los niños. ¿Cuál es el resultado? Que los niños
tienen ganas de ir a la escuela, es decir, uno de nuestros fines. Yo les diría
a todos los maestros: "Sé el profesor que tú quisieras para tu hijo".
Usted recomienda educar a los niños no sólo para que
encuentren trabajo, sino para encontrarse a ellos mismos. ¿Están preparados los
docentes para educar en la gestión de las emociones?
No todos estamos preparados para ello, hace falta
formación. En realidad, el personal y el profesional deberían ser caminos
paralelos porque si no tienes formación no te vas a ganar la vida, pero a mi
modo de pensar, una de nuestras misiones HA DE SER DAR HERRAMIENTAS A LOS NIÑOS
PARA QUE SEAN FELICES. Cuando transmites conocimiento, estás dando esas
herramientas, pero no es sólo cuestión de datos sino también de que puedan
revertir esos datos en la sociedad. Lejos de hacer un mundo competitivo, que es
lo que ha hecho la escuela muchas veces, creo que debemos construir un mundo
cooperativo en el que haya sitio para todos, en el que no haga falta dar
codazos.
"Lejos de hacer un mundo competitivo, que es lo que ha
hecho la escuela muchas veces, debemos construir un mundo cooperativo"
¿Cómo reaccionan los alumnos que no le conocen cuando les
plantea sus proyectos?
Primero, me conocen. Y yo les conozco a ellos. Esa es la
base de cualquier relación humana: conocerse. Parece mentira que muchos
maestros lleven años sin conocer a los alumnos a los que pretenden enseñar.
Para mí, la educación es una relación humana. Y si no conoces a la otra
persona, si no conoces sus gustos, sus preocupaciones, qué le inquieta, qué le
gustaría, es difícil interactuar. Esta es otra de las causas del fracaso
escolar: que no conocemos a nuestros alumnos, no sabemos hacia donde pueden
aplicar lo que se les enseña.
Tomada de PUBLICO.ES
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