Somos presa del abatimiento y
de la angustia cuando, por el motivo que fuere, quedamos atrapados por algo que
ocurre y que nos remueve en nuestro interior. El detonante puede ser cualquier
cosa, y la intensidad de lo despertado depende de diferentes factores: desde la
fragilidad del sujeto hasta los condicionamientos propios de la psicobiografía
de cada cual.
A veces, no podemos evitar que
surjan determinados sentimientos o emociones: no dependen de nuestra voluntad.
Pero quizás sea posible desarrollar la capacidad de no permanecer durante mucho
tiempo a su merced. Y esto se consigue en la medida en que, aceptando lo
despertado, no nos reducimos a ello; cuando somos capaces de pasar de “lo que
ocurre” a la “consciencia de lo que ocurre”. Lo cual es posible en la medida en
que hemos desarrollado la capacidad de reconocernos en la consciencia que somos,
y que está a salvo de los vaivenes mentales y emocionales.
Entonces es posible la
aceptación y la rendición completa, desde una actitud lúcida y humilde que se
deja fluir con la corriente sabia de la vida. Esa rendición a lo que es, se
convierte en fuente de paz y de ajuste.
Nunca puede haber paz estable
si no estamos alineados con el momento presente, sin amar lo que es. Cuando
amas lo que es, nada puede inquietarte. Como decía Krishnamurti, el secreto de
mi paz es que “no me importa lo que suceda”.
Pero eso solo puede decirse
cuando se ha superado la identificación con el yo. Este solo puede estar en lo
que ocurre y es víctima de ello; por el contrario, la consciencia de lo que
sucede es, precisamente porque es aceptación, siempre fuente inagotable de paz
y de dicha. Ese es nuestro nombre más profundo: Consciencia, Paz y Gozo.
Enrique Martínez Lozano
Nota de la redacción. Mañana sábado se reúne el Colegio Regional del Noroeste en Valladolid. Pedimos a todos los equipistas que recen para que sepamos impulsar el Movimiento con aires de misericordia.
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