Seguimos
comentando lo que nos dijo el Cardenal Martini, porque su vida y obra nos ha
dejado motivos de reflexión y preocupación en una Iglesia poco ejemplar: Los
propios católicos vivimos inmersos en un consumismo excesivo al que nos hemos
acostumbrado y del que nos cuesta salir.
Nos falta
mucha humildad para reconocer que el Espíritu sopla donde quiere, incluso en
los alejados. Jesús se acercaba justamente a los más alejados para dar su amor,
mientras que las palabras más duras las reservó para los “sepulcros blanqueados”,
grandes profesionales de la historia de la salvación. Debemos procurar vivir
solidariamente y cerca de los “alejados”.
Y nos hace
pensar mucho que a veces los que dicen no tener fe son los que manifiestan unas
actitudes más evangélicas. ¿No será que el Espíritu Santo esté en ellos y por
eso viven como cristianos? Por eso, como dice el proverbio indio, no juzguemos
a los demás antes de “caminar con sus mocasines”.
No olvidemos
que no fue un teólogo quien afirmó que “si Dios no es amor, no vale la pena que
exista”, sino Henry Miller. Recuperemos las bienaventuranzas en nuestra vida
para hacernos más creíbles.
Ojalá queramos mucho a los que sentimos como
distintos a nosotros y olvidemos la rigidez, los rencores, etc.
Huellas
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