No es fácil, pero hay ocasiones en las que
lo que se ha sembrado entre lágrimas amargas,
se ve florecer y dar fruto, y entonces surge
la fiesta, la danza, el canto.
La hermosa celebración de la vida.
Necesitamos, para poder vivir,
para poder seguir soñando,
para que la boca se nos llene de risas
y palabras de agradecimiento,
el que surjan tallos verdes
de las semillas ocultas, sepultadas
por tanto dolor, tanto sufrimiento, tanta
crueldad.
Es preciso contemplar algún fruto de nuestro
trabajo
para seguir creyendo y comprometiéndonos.
Para que los pudientes y satisfechos
puedan exclamar asombrados:
“El Señor ha estado grande con ellos, no
sabemos
cómo han podido superar tantas dificultades”.
Y nosotros, entonces, les responderemos:
“Lo que está claro es que no ha sido con
vuestro apoyo,
pero sí, el Señor ha estado grande con
nosotros,
ha estado alentando nuestras luchas,
por medio de nuestros esfuerzos cotidianos,
y por eso estamos esperanzados y alegres”.
Miguel Ángel Mesa Bouzas.
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