ESTO NO ME APORTA NADA[1]
“Esto no me aporta nada” me dice, a veces, con un tono más o
menos amargo, alguien de un equipo veterano. Esta frase me desconcierta tanto
que, de momento, me siento como inhibido. Esto es lo que me ha ocurrido aun
hoy.
Cuando mi visitante se ha marchado, la frase se me ha
quedado clavada como una astilla. Me hubiera gustado tener algo que
responderle. Me he preguntado cómo reaccionaría si un monje benedictino anciano
me dijera que la vida monástica no le
aporta nada más, si un carmelita o un casado me hablara con el mismo
lenguaje.
Realmente, les diría ¿has entrado en el monasterio, en el
Carmelo, en el matrimonio para que ello te “aporte”? Entonces hay un mal
entendido de partida. Un corazón bien nacido se compromete, no para recibir
primero sino para dar, para estar obligado a darse. Convento, matrimonio, en
los comienzos pueden llenar – ¡por lo cual se les felicita! Pero eso no es lo
esencial. Al pasar lo años ofrecen lo mejor: su exigencia, la obligación de no
cesar de dar nunca, de darse, de renunciar a sí mismo. Y esto es muy bueno para
el que ama y es muy insoportable para el que se ama.
Ahora veo mejor lo que habría podido responder a mi
visitante: Es cierto que en los Equipos de Nuestra Señora no se compromete uno
para toda la vida. Que eres completamente libre para retirarte de ellos.
También que me guardaré mucho de incitarte a quedarte en ellos. Pero eso de que no te aportan nada más no es
necesariamente el signo para que debas dejarlos. Puede que sea ahora cuando el
equipo te preste el mejor servicio, ayudándote a crecer en la caridad. Por otra
parte la cuestión no es saber si esto te “aporta” o no, sino de buscar la
voluntad de Dios.
Sea como sea, bien que te quedes o que te vayas, hazlo con
amor y con alegría, y por docilidad a la voluntad de Dios. Pero no con un
corazón huraño y arisco por el que se reconoce que un hombre envejece mal o que
una mujer no sabe amar.
H. C.
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