¿Qué le aportan las
experiencias místicas a la vida cotidiana?
Nos despiertan a una realidad más amplia. Este tipo de experiencias es lo que normalmente conduce a la gente al camino espiritual, ya sea por una tragedia personal, la muerte de un ser querido, una pérdida importante o cualquier cosa que resulte tan dolorosa que acabas traspasando la barrera del dolor y conectando con algo más profundo. Pero hay otras formas de alcanzar experiencias místicas: a través del sexo, las drogas, etc. Lo importante es no engancharte con esto, como quiera que haya llegado a tu vida. La conciencia se abre y está bien, puede servir de inspiración, de motivación. Pero lo importante es si esa experiencia te ha transformado o no. Si te sirve para funcionar mejor en tu vida cotidiana; para amar mejor y servir mejor.
La práctica, el
crecimiento o la inteligencia espiritual, ¿sirven de algo si no sirven para
funcionar mejor en nuestra vida cotidiana? ¿Cómo puede una persona
"iluminada" o "despierta" enfadarse, frustrarse o
deprimirse cuando las cosas o personas que le rodean no son "como deberían
ser"?
Porque esa persona no está "iluminada" completamente, es muy raro que esto ocurra. Es más fácil que se haya "iluminado" una parte; por ejemplo, que comprenda la realidad de que las cosas son como son y las emociones no son más que tus preferencias (la alegría de que sean como quieres o la tristeza de que no lo sean), o la no-dualidad, o la vacuidad del ego, etc. Pueden haber tenido una realización o iluminación, pero otras partes de su comprensión siguen oscuras, lo que les permite enfadarse, o hacer uso y abuso de poder, etc. Un gran maestro como Claudio Naranjo me explicó una vez que se mantuvo en un estado de iluminación durante tres años y de repente desapareció durante diez años. Hasta que comprendió que esa "luz" tenía que ser sacrificada para percibir todo lo que todavía estaba a oscuras. No se desmotivó, supo seguir en el camino.
Y eso le puede pasar a
cualquiera...
Por supuesto. También a tu maestro, a tu maestra. Suele ocurrir que si tu guía cae en depresión o enferma, o se separa de su pareja, te desilusiona. Te dices: "¡Pero si es un guía espiritual!". ¿Y qué? También es un ser humano en proceso. Hay que vivir con esa paradoja. Quédate con lo que te transmite, con lo que aprendes y creces a su lado. Lo demás forma parte de su propio proceso de crecimiento espiritual. Y quizás tú puedes usarlo también para el tuyo propio, si lo miras con sabiduría y compasión. Recuerda: el camino espiritual es un trabajo de toda una vida; no solo para ti, también para tu guía.
En este trabajo de toda
una vida, ¿cómo nos ayuda la disciplina moral? ¿Y cómo nos obstaculiza? ¿Cómo
utilizarla?
Efectivamente, tiene sus ventajas y sus riesgos. Pero, sobre todo al principio, es muy necesaria. La disciplina moral consiste en unas normas básicas de comportamiento, y al principio, cuando la persona está perdida y a merced de la tiranía de sus emociones, es muy conveniente contar con unas herramientas que nos permitan desarrollar la energía del sacrificio y el esfuerzo, por ejemplo, para no correr detrás de cualquier deseo, emoción, etc. La disciplina moral nos ayuda a mantener unos hábitos que previamente hemos adoptado y, a través de ellos, desarrollar la conciencia.
¿Cuáles son sus
riesgos?
Caer en la rigidez, por ejemplo, en la excesiva autoexigencia, en la autodecepción; o bien creernos especiales y superiores porque nuestra conducta moral es "superior" a la del ser humano común y corriente. En este caso, también es muy importante la humildad. Por ejemplo, si te comprometes a "no mentir", ya vale con que te preocupes de mentir menos, o que seas consciente de cuándo lo estás haciendo, o cuándo no estás diciendo la verdad aun cuando aparentemente no dices mentiras. Y lo mismo con "no matar", etc. Sé consciente de las formas sutiles en que traicionas tus compromisos, pero sigue utilizándolos para alumbrar tu camino.
¿Hay algún momento en
que ya no necesitas hacer uso de la disciplina moral?
Solo cuando esos valores ya están tan interiorizados que no necesitas recurrir a ellos porque forman parte de ti y actúan de manera natural. Mientras no ocurra así, hay que recurrir a la ayuda de la disciplina moral. Pero hazlo de una forma generosa y amable contigo misma y con las demás personas. Sin caer en la autoindulgencia. Como en todo, siempre hay dos lados (o trampas) en los que puedes caer: por una parte y por su opuesta.
LAS TRAMPAS DEL CAMINO ESPIRITUAL
Hay muchas trampas cada día y
prácticamente en cada situación.
El supermercado espiritual
Es una tentación andar de sitio en
sitio, de escuela en escuela, de grupo en grupo, buscando experiencias fuertes
y sin establecer un compromiso de autoinvestigación y práctica profunda en una
disciplina concreta.
Usarlo como hobby. Un entretenimiento
placentero o intelectual, con escasa implicación personal. Como decía la
antropóloga y maestra zen Joan Halifax, "hay aficiones peores" (y
sabía bien lo que decía, ella que trabajaba en las cárceles). Pero si te lo
tomas como un mero entretenimiento, no es fácil que se dé la transformación
personal profunda.
Autodecepción
Leemos libros y escuchamos a maestros
y maestras que nos transmiten conceptos como el desapego, la compasión, la
humildad. Por un momento nos engañamos pensando que hemos alcanzado una
comprensión de esas cosas, pero más adelante observamos en nuestra experiencia
que no, que no está integrado, que cuesta. Puede que te desmotives por un momento,
pero tienes que aprender a aceptarlo (aceptarte) y seguir avanzando.
La adicción a las
experiencias místicas
Durante la meditación puedes llegar a
experimentar estados alterados de conciencia de gran gozo, intensidad y
felicidad profunda. No te obsesiones con volver a alcanzar esos estados porque
es impredecible. Ábrete a ellos pero no los persigas demasiado porque podría
ser causa de decepción y desmotivación, especialmente porque cuanto más los
persigues más te rehúyen.
La inflación del ego
Incluso puede parecerte que has
alcanzado la realización (comprensión profunda) del sentido de la vida y cosas
así. Puede que hasta te creas que has alcanzado la iluminación o el despertar.
No te entusiasmes demasiado y sigue practicando. Lo que importa es cómo aplicas
todo eso a tu vida cotidiana y a tus relaciones con las demás personas.
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