Somos meros remolinos
en el río de la vida.
En su largo recorrido
corriente abajo, el río golpea muchas rocas, ramas o irregularidades de su
lecho, ocasionando remolinos espontáneos aquí y allá. El agua que casualmente
se adentra en uno de ellos no tarda en reintegrarse en el río para formar parte
de otro y volver luego a seguir su camino.
Pero por más que,
durante breves períodos de tiempo, el agua de un remolino parezca un evento
separado y claramente diferenciado, no deja, en ningún momento, de ser el río
mismo. La estabilidad que posee un remolino es provisional…
Pero nosotros
preferimos pensar que el pequeño remolino que somos no forma parte de la
corriente, preferimos considerarnos como algo permanente y estable e invertimos
toda nuestra energía en tratar de proteger nuestra supuesta separación y, para
ello, establecemos fronteras fijas y artificiales y, en consecuencia,
acumulamos un exceso de equipaje que nos impide escapar del remolino en el que
nos hemos estancado y volver nuevamente a fluir.
Así es como nos
quedamos atrapados en un remolino en el que el agua cada vez está más sucia,
mientras nuestra frenética reacción despoja de agua a los remolinos vecinos…
Charlotte Joko Beck,
gentileza de
www.grego.es
Nota de la redacción: El carisma especial de los Equipos de Nuestra Señora es la espiritualidad conyugal. No queramos ir de llaneros solitarios, en la terminología de este reflexión remolinos autoritarios. Ambos, marido y mujer, juntos somos agua que va corriendo por el río de la vida
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