Hace unos días, en el comentario a unos
textos bíblicos se nos decía que se necesitan profetas. Comentaban que estamos muy acostumbrados a cuidar la caridad, la
oración, los sacramentos, pero nos olvidamos de la dimensión profética.
Esto nos ha hecho pensar toda la semana. Es
cierto, ¿qué hacemos para ser profetas que hablen a los demás de Dios, del
amor, de la búsqueda de la verdad?
Cuando una persona se dice cristiana y dice
cosas nuevas que a los demás le incomodan, quizá esté caminando por el buen
camino. A Jesús no le seguían todos porque traía muchas novedades. A algunos
les molestaba porque con sus palabras revolvía su interior. Siempre hemos oído
que si gustamos a todos quizá sea que algo no va bien.
Por eso amigos no temamos que algunos no nos
sigan en nuestras opiniones. Todos hemos podido comprobar, a veces, que cosas
que decimos no gustan, y ahora cuando las dice el papa ya se aceptan. No es
bueno ese servilismo. Los cristianos hemos de ser serviciales, pero no serviles.
Lo de siempre no vale siempre. No tengamos miedo a los cambios, porque los
profetas siempre han traído cosas nuevas.
Busquemos juntos la verdad, aunque no guste.
Dice el texto que comentamos: “No
ahoguemos las profecías con nuestra mediocridad y conformismo. Es hora de
buscar profetas…” Despertémonos del letargo en que nos hayamos metido y
busquemos el amor y la verdad. Todos estamos llamados a la conversión y la
conversión es un cambio.
Un abrazo amigos
Huellas
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