miércoles, 30 de abril de 2014

CON LA RESURRECCIÓN HA LLEGADO LA ESPERANZA



Hemos leído:

Uno se imagina a los discípulos, antes de Pascua, muy desesperanzados. Como uno mismo a veces lo está, cuando tienes días tontos, grises; cuando lo pasas mal, cuando no haces pie en lo cotidiano o te sientes triste, y ni siquiera sabes por qué; cuando todos los días parecen iguales, y te invade una cierta melancolía sin nombre ni objeto; cuando Dios calla; y los amigos tampoco hablan mucho. Pero entonces empiezan los ecos, los testimonios, las palabras que a unos y otros les llenan de fuerza. Y recuperan la ilusión, la capacidad de soñar y la fe en que lo bueno está por llegar.

Y añadimos:

Porque la resurrección es vida y donde hay vida hay esperanza. Creer en el Resucitado es abrir los ojos a la belleza de la naturaleza, aceptar que habrá días tristes y duros, pero que Él nos ama. Aceptar la resurrección es llevar la sonrisa en la cara, acercarse al que pasa a nuestro lado, consolar al enfermo, sentirse útil. Porque cuando hay resurrección los problemas son más llevaderos. ¡Qué buena la resurrección! 

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