¡Cuántas veces no nos gustamos y quisiéramos
cambiar nuestra forma de ser, nuestro nombre, el físico, nuestro carácter…!
Pero lo cierto es que Dios nos hizo como somos. Y así tenemos que querernos.
Es cierto que en nosotros puede haber cosas
que haya que moldear, pero eso no quiere decir que no nos gustemos. El que no
se ama a sí mismo no puede amar a los demás. Ya comentábamos la semana pasada
que es muy difícil que gustemos a todos porque todos somos muy distintos. Pero
amar es fundamental y se aprende por uno mismo.
Amarnos no es creer que somos perfectos, sino
aceptar nuestra imperfecciones y amar lo que Dios ha hecho con nosotros. Nos
decían en los ejercicios espirituales de este año que no se le puede preguntar
a Dios continuamente por qué hace
las cosas, sino para qué las hace. Y
si tenemos cosas que no nos gustan de nosotros y no son cambiables, hemos de
preguntarnos para qué lo ha hecho Dios. Muchas cosas que no nos gustan pueden
ser dones de Dios que nos ayudan a ser más humildes o mejores personas.
Así que, amigos, amémonos un poco más, como
Dios nos ama.
Un abrazo
Huellas
No hay comentarios:
Publicar un comentario