He leído esto:
Los indecisos son aquellos a los que a menudo les pasan los
trenes y las oportunidades, por no estar seguros, por querer guardar algún as
en la manga, por miedo a perder oportunidades al cerrarnos puertas. De pequeños
decidieron pocas cosas, otros –generalmente los padres– deciden mucho por
nosotros. Pero luego se van empezando a cambiar las tornas. Y uno tiene que
optar por cómo va a emplear su tiempo, si va a estudiar –y en ese caso qué– o
trabajar, si arriesga o asegura, si se va de casa, si empieza una relación,
cómo va a vivir la fe… Tal vez acertemos o nos equivoquemos, pero perderíamos
la batalla de antemano si no somos capaces, de vez en cuando, de decidir.
Y añadimos:
La vida es riesgo, es entrega. Y en ese camino hay muchas
posibilidades de meter la pata. Pero, si te quedas tieso ya estás perdido.
Avanza, tira para delante. No tengas miedo. Equivocarse entra en el juego de la
vida, es una posibilidad real. Cuenta con ello. Pero, cuando te equivoques, sal
de ahí, date cuenta del error y reinicia el camino. ¿Qué es sino el perdón? Darnos
cuenta de que algo no fue bien. Reconocerlo, aceptarlo y decirle al que hemos
herido: ¿me puedes perdonar? Primero perdónate tu, después perdona a los demás.
Hoy elevo mi voz por los indecisos, para que me oigan: no
estéis quietos, avanzad, seguid adelante, no os preocupéis si os equivocáis,
seguid, seguid…Amar y perdonar son las dos pies que tenemos para caminar.
H y MN
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