Hemos leído lo
siguiente:
A veces uno tiene miedo de hacer grandes apuestas vitales.
Pero merece la pena apostar fuerte alguna vez. Ir a por todas. Arriesgar. De
otro modo, tal vez termines moviéndote solo por el terreno ya conocido, donde
no hay novedad, donde no hay aprendizaje, donde no hay descubrimientos.
Dios no es el Dios de lo fácil, de lo ya sabido, de lo
domesticado, sino el Señor de lo incierto, de lo valiente, de lo nuevo. Y
algunas veces, en la vida, nos anima a salir de la estrechez de los lugares,
las gentes y las dinámicas que ya nos son familiares, para encontrarle más
allá.
Y nosotros
añadimos:
Apostar
fuerte es de valientes, entregarse de lleno a aquello en lo que creemos es de
personas íntegras. Caminar por lo conocido podrá ser cómodo pero no es novedoso.
Un cristiano
no es aquel que se conforma con lo que pasa, es aquel que hace lo que está en
su mano para que pase algo bueno.
La fe no es
para guardarla. La fe es para vivirla. Es para anunciarla. Es para difundirla.
¡Que da
miedo! ¡Que es difícil! Claro. Pero así es la vida.
Hoy
apostamos por los valientes. Los que somos de equipos podemos ser así.
¿Queremos ser así? Sin duda que queremos. ¡¡Vamos allá!! ¿Cómo? Nos lo podemos
preguntar en la oración. ¿Aceptamos el reto?
H y MN
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