Cada vez notamos más que el mundo va muy
deprisa. Hay una falta de remansos, y esto se nota también a nivel religioso.
¿Por qué sucede? ¿es sólo un problema de falta de tiempo o también es porque
los cristianos relegamos la necesidad espiritual?
Y esto es habitual hasta que nos llega una
pequeña o gran cruz. De repente viene un problema, una enfermedad, un problema
económico, el paro de un hijo… y
entonces comenzamos a ponernos nerviosos y pedir a Dios que esto se arregle, cuando
llevábamos tiempo en que ni nos acordábamos de Él.
Normalmente los jóvenes son más
impacientes. A pesar de que tienen la vida por delante, es como si tuvieran
prisa por vivir, hacer cosas y no encuentran momento para hablar con Dios. Pero
no son los únicos.
En una tienda vimos un día una cola grande
para pagar y una persona mayor se empezó a poner nerviosa No disimulaba para
nada su fastidio y ponía cara como diciendo “ustedes no saben quién soy yo como
para tener que estar esperando como cualquier hijo de vecino”.
La sensación que daba era terrible. Leímos
una vez que a veces el vino en vez de hacerse añejo, lo que hace es picarse.
Esto nos crea tristeza. Dios nos da a todos la
posibilidad de ser felices y en cambio hay personas que se convierten en
un vino picado creyendo que todo gira en torno a ellas. En el fondo hay en el mundo muchos inmaduros,
y si son así a nivel humano también lo son a nivel religioso.
Necesitamos paciencia, no querer arreglar
nosotros la historia, porque la Historia la hace Dios. Esta paciencia se
necesita sobre todo en los momentos difíciles para soportar el dolor. Pero la
paciencia suele trar la fecundidad. No se puede tener un hijo son dolor.
Debemos aceptar que tenemos límites que nos marca la vida. Esto no es estar parados,
sino lograr tener remansos de paz y paciencia en los que nos preparemos para
aceptar la voluntad de Dios.
Un abrazo
Huellas
Este comentario invita a la paciencia y a la aceptación. Lo que huellas llaman remanso. Los acontecimientos de la vida pueden alterarnos y no alteran, en ocasiones el dolor es inevitable -estos días hemos llorado por los seis mineras fallecidos en Llombera de Gordón-, pero a pesar de ello, la aceptación y el remanso vendrán, vendrán si queremos que así sea, si somos conscientes que la vida es "alegría y dolor". Setarcos
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