Cada día es nuevo: en propósitos, en querer hacer, en entrega. También en rabia, sin sabores, tristezas. Estamos en cuaresma. ¿Por qué no te propones un gesto cada día o cada semana? Aquí te presentamos algunos. Pueden servirte para tu regla de vida. Elige tu lo que más te venga bien.
1. Sonreír ¡Un cristiano
siempre es alegre!
No nos damos cuenta pero
cuando sonreímos aligeramos la carga a quienes nos rodean. Cuando vamos por la
calle, en el trabajo, en la casa, en la universidad. La felicidad del cristiano
es una bendición para los demás y para uno mismo. ¡Quién tiene a Cristo en su
vida no puede estar triste!
2. Dar las gracias siempre
(aunque no "debas" hacerlo).
Nunca te acostumbres a
recibir porque lo necesitas o porque tienes "derecho a". Todo lo
recibes como un regalo, nada te "lo deben" aunque hayas pagado por
ello. Da siempre las gracias. Es más feliz quien es agradecido.
3. Recordarle a los demás
cuánto los amas.
Tú sabes que los amas ... ¿y
ellos? Las caricias, los abrazos y las palabras nunca sobran. Si Jesús no se
hubiera hecho carne, nosotros jamás habríamos entendido que Dios es Amor.
4. Saludar con alegría a
esas personas que ves a diario.
Seguro es quien abre la
puerta, quien limpia, quien contesta las llamadas. Lo ves a diario y al
saludarlo le recuerdas que es importantísimo lo que hace. Tanto tu trabajo como
el de él/ella se hace más a gusto si le haces ver que es valioso para otros,
que su presencia cambia las cosas.
5. Escuchar la historia del
otro, sin prejuicios, con amor.
¿Qué puede hacernos más
humanos que saber escuchar? Cada historia que te cuentan te une más con el
otro: sus hijos, su pareja, la jefa, el profesor, sus preocupaciones y alegrías
... tú sabes que no sólo son palabras, son partes de su vida que necesitan ser
compartidas.
6. Detenerte para ayudar.
Estar atento a quien te necesita.
¿Qué más podemos decir? No
importa si es un problema de matemáticas, una simple pregunta o alguien que
tiene hambre ¡jamás sobra la ayuda! Todos necesitamos de los demás. Aunque
suelas ayudar, recuerda que tu también eres necesitado.
7. Levantarle los ánimos a
alguien.
Sabes que no anda bien o
nada bien y no sabes qué hacer. Decides sacarle una sonrisa para hacerle saber
que no todo es malo. Siempre es bueno saber que hay alguien que te ama y que
estará siempre a pesar de las dificultades.
8. Celebrar las cualidades o
éxitos de otro.
Solemos callarnos lo que nos
gusta y nos alegra de los demás: sus éxitos, sus cualidades, sus buenas
actitudes. Simples frases como "¡Felicidades!", "Me alegro mucho
por ti" o "Ese color te queda muy bien" le han hecho el día a tu
compañero y nos ayudan a vernos entre nosotros como Dios nos ve.
9. Seleccionar lo que no
usas y regalarlo a quien lo necesita.
¿Te has imaginado alguna vez
que tu playera favorita de cuando tenías 17 años, ahora es la playera favorita
de una adolescente que no tiene mucho que ponerse? Si eres hermano mayor, lo
sabes. Por eso es bueno acostumbrarnos a valorar lo que tenemos y si tenemos
más de lo que necesitamos, regalarlo nos ensancha el corazón y protege del frío
a otro.
10. Ayudar cuando se
necesite para que otro descanse.
Esto se vive en las
familias: cuando uno descansa otro trabaja. Nada más hermoso que saber que
alguien más ya comenzó a hacer algo que necesitabas por ti o que siempre puedes
pedir ayuda. Cuando nos ayudamos mutuamente a llevar las responsabilides
diarias la vida es más llevadera.
11. Corregir con amor, no
callar por miedo.
Corregir es un arte. Muchas
veces nos encontramos en situaciones que no sabemos manejar. El mejor método es
el amor. El amor no sólo sabe corregir, sino que sabe perdonar, aceptar y
seguir adelante. No tengas miedo de corregir y ser corregido, eso es una
muestra que los demás apuestan por ti y quieren que seas mejor.
12. Tener buenos detalles
con los que están cerca de ti.
Sabes lo que le gusta mejor
que nadie, ¿por qué no aprovechar eso? Nada se disfruta más que aquello que es
dado con amor, él se gana unos minutos de descanso y tú una sonrisa auténtica.
Salir de uno mismo y pensar en los demás siempre es mejor y alegra el corazón.
13. Limpiar lo que uso en
casa.
Si vives con tu familia o ya
vives fuera de casa, sabes lo importante que es recoger y limpiar lo que usas.
Hay una voz dentro de ti que te dice que deberías ayudar un poco más de lo que
quisieras... Y sorprendentemente te sientes muy bien de hacerlo.
14. Ayudar a los demás a
superar obstáculos.
De chiquitos lo hacíamos,
¿porqué no hacerlo ahora? Ayudarle a alcanzar el transporte, a cargar sus
maletas, a cruzar la calle o regalarle unas monedas para que pueda pagar. Esos
detalles nunca se olvidan. Eres el extraño que aún cree en la humanidad.
15. Llamar por teléfono a
tus padres.
Ahora tú vives solo, te
mueves solo y quizá hasta tienes tu propia familia. Sin embargo, tus padres aún
se conmueven cuando les haces saber que piensas en ellos. Estar atentos a lo
que necesitan o simplemente saber cómo están es algo que no te cuesta mucho y
es un gesto enorme de gratitud.
Tomado de religionenlibertad
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