Estamos en esta época del año tan bonita, que es el otoño, pero a la vez vamos viendo como las hojas se sean, se van poniendo doradas y se caen. Es como un anticipo de la muerte que llega en el invierno. Y esto nos lleva a recapacitar.
Para que llegue nuevamente la primavera, el resurgir de la vida, muchas cosas tienen que morir. Quizá en la Iglesia estemos pasando ahora por un largo otoño, que está casi llegando al invierno. Al principio era dorado, con las libertades que venían, la falta de compromiso hacia que mucha gente se sintiera libre… Pero ahora estamos temiendo que llegue el invierno, con los troncos secos, sin hojas, los campos llenos de barro, el frío que sobrecoge el corazón, la soledad, el silencio…
Pero Jesús nos dice: “No tengáis miedo”, porque muchas cosas han de morir en la Iglesia para que llegue una nueva primavera llena de color, fragancias y alegría. El sol sigue ahí, aunque parezca un poco oculto, como Dios, que siempre está ahí aunque los nubarrones intenten ocultarlo, pero si logramos sobrevolar sobre esos nubarrones veremos que sigue dando calor y luz.
Es urgente cambiar la imagen que tenemos de Dios, de un dios de afuera a un Dios de dentro de nuestros corazones, de un Dios con nosotros del Antiguo Testamento al Dios en nosotros del Nuevo, también tendremos que cambiar la imagen que tenemos de Jesús y de la Iglesia.
Dios, Jesús, está en las personas, hombres y mujeres, pequeños y grandes, pobres y ricos, alegres y tristes… en todos. Por eso la Iglesia debe ser una gran familia que acoge a todos, también a los que no creen en nuestro Dios, sino en otros como Alá. Así evitaríamos ese fundamentalismo que vemos en el mundo musulmán y que también vivió nuestra Iglesia en otros tiempos.
Necesitamos más diálogo, más cercanía, más servicio a los demás, en definitiva más amor. Aunque seamos pocos, podemos ser como un grano de mostaza que cuando llegue la primavera crezca y se haga frondoso. No temamos al otoño, es el anticipo de una nueva primavera. Pisemos por el camino todo lo que no necesitamos y cae. Esto traerá nueva vida. Y es tan bonito el otoño…
Huellas
Precisa reflexión de Huellas. Me gusta eso de que Dios está en nosotros. Es ahí donde primero tenemos que sentirlo. Y desde ahí es cuando lo podremos ver en los demás. Corren malos tiempos para la Iglesia.Como siempre. Pero este es nuetsro tiempo y queramos o no no vamos atener otro. Confiemos en neustras posibilidades con la ayuda de Dios. La oración, la contemplación, la escucha, la lectura de la Palabra...ahí ha estado siempre y hoy también lo está el camino para la Nueva Evangelización.
ResponderEliminarIRIS