Tomo de la semana pasada esta noticia:
Un grupo de diez jóvenes de 15, 16 y 17 años, forzaron el acceso a un centro educativo, al grito de "dónde están los curas que los vamos a quemar".
Los jóvenes intentaron entrar por la fuerza en las clases, donde se encontraban los alumnos del centro -más de 1.000, desde los primeros cursos de Infantil- con el objetivo de arrancar los crucifijos, según ha relatado el director del centro, Marco Antonio Romero. "Más educación pública y menos crucifijos", coreaban a las puertas de las aulas.
Lo primero que me viene a la cabeza es lo siguiente: no lo entiendo.
¿Qué se está haciendo mal? ¿Por qué esta reacción? ¿Qué le han hecho o no le han hecho los curas a estos jóvenes? ¿Qué contradicción hay entre educación y crucifijos? ¿Es solo fruto de la edad o están manipulados?
Supongo que las causas serán largas y variadas. Nos quejamos -yo mismo- que el gran daño a la Iglesia es la indiferencia. Pero cuando conocemos episodios como este, el dolor se vuelve agudo. Es como si te hubieses cortado y sientes de manera inmediata el dolor. Pero, a pesar de la intensidad es más fácil de curar. Se aplica la cura adecuada –se invita a esta gente a explicar por qué su comportamiento- y es posible la curación. En cambio la herida que no notas y se va acentuando no la puedes curar porque la ignoras. Esa es la indiferencia.
Ante una noticia como esta no hemos podido quedar indiferentes.
Amigo lector de este blog, ¿por qué ocurren estas cosas? ¿a qué causas son debidas? Nos gustaría conocer vuestro parecer.
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