Hace unos días estábamos recogiendo frutos del campo y era una delicia. Los árboles estaban a
reventar. Las ramas se caían del peso que soportaban y dábamos gracias a Dios
por tanta riqueza.
Entonces
un amigo nos contó una anécdota de una persona de su pueblo. Dice que estando
recogiendo frutos con él, de repente esa persona dice: ¡Hay que ver la cantidad de fruta que nos quita Dios otros años….!
Nos reímos
un buen rato, pero luego hemos pensado que quizá todos en la vida vivamos esta
frase de una u otra manera.
A veces al
ver lo que Dios ha dado a otras personas en vez de alegrarnos con ellos, nos
duele no tenerlo nosotros. Es como aquellos trabajadores que querían que el
patrón pagara menos a los últimos que llegaron porque habían trabajado menos,
en vez de alegrarse de que ellos tuvieran también un buen jornal.
Seamos
agradecidos con lo que Dios nos da a nosotros y a los demás. Seamos positivos
en todo momento. Dios nos quiere alegres, no malhumorados o envidiosos.
Un abrazo
Huellas
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