
Los que han ahondado en esto del conocimiento humano nos ofrecido a lo largo de los siglos muchas claves para desentrañar nuestros propios secretos, para escudriñar los propios y extraños misterios. De todas las estrategias de conocimiento la más completa, amplia y profunda tal vez sea la que aporta el eneagrama.
Una clasificación sencilla, como para abrir boca, es la que divide a las personas entre búhos o lechuzas y alondras o jilgueros. Este redactor se lo escuchó al profesor Carbonell por primera vez. No sé él de quién es deudor.
A los búhos o lechuzas les gusta la noche, viven la noche; en las horas nocturnas despliegan sus mejores potencialidades y son lúcidos, atrevidos y despiertos. No soportan madrugar o que les hablen al levantarse. Dejan que el despertador suene varias veces y varios tiempos. Necesitan horas para despejarse y entrar en la cotidianeidad del día a día. Comienzan la jornada espesos y hasta media mañana no se desperezan. Al caer la tarde les entra la vidilla, las ganas de moverse, de salir, de comunicarse, de emprender sus mejores proyectos. Les encanta ir de cenas, de fiestas, bailar y saborear la noche.

Vamos a dejar un par de preguntas para nuestros amigos/as internautas: ¿Qué pasa si se unen un jilguero y una lechuza?. ¿Qué puentes de encuentro podemos tender para que los búhos y las alondras se amen y se comprendan?
VTM
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