¡Cuántas veces nos encontramos con gente sencilla que viven su fe de una forma profunda y sin tener casi ningún conocimiento religioso! Son personas que simplemente confían en Dios. Estas personas siempre nos asombran y en el evangelio de un día de estos de atrás nos lo confirma el mismo Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has dado a conocer a los sencillos. Sí, Padre, así te ha parecido mejor».
Ya vemos que a Jesús le parece mejor lo sencillo. Esto no quiere decir que no nos formemos, lo que quiere decir es que hemos de tener un corazón sencillo, como el de los niños, que no desconfían de los demás, sólo quieren entender lo que se les dice.
Jesús nunca tuvo problemas con los sencillos y en cambio cuántos problemas con los “doctos” que creían saberlo todo e interpretar a Dios. La gente lo que quiere es sentirse querida por Dios, por el Dios que está en los hombres, no machacada por Él. Es el Dios que todos queremos, el que acoge, el que no margina y excomulga, el que disculpa, el que entiende nuestros sufrimientos y se alegra con nuestras alegrías, aunque sean pequeñas.
Por eso creemos que es preciso fijarse en esa gente sencilla, porque con su vida y su sonrisa nos hablan continuamente de Dios. Deberíamos preguntar más a estas personas para establecer normas en la Iglesia, porque seguro que nos desarmarían. Seguramente si ellos hablaran, la Iglesia sería más cercana, más parecida al Jesús del Evangelio.
Pero es que nos olvidamos continuamente del Espíritu Santo que sigue hablando hoy a través del amor que es lo que transmite la gente que no sabe mucha doctrina, pero sabe estar cerca y amar. Mientras disfrutamos de la belleza de nuestros Picos de Europa digamos: Ven Espíritu Santo.
Huellas
Es verdad, el Dios de las cosas sencillas, de las cosas pequeñas, metido en el corazón de nuestras plazas más que en las sacristías, el Dios de las palabras amables, sentidas, solidarias, el Dios que habla al oido, en el susurro, lejos de las ceremonías frías, precisas, perfectas... Gracias Huellas
ResponderEliminarMe gusta especialmente la frase: el Espíritu Santo sigue hablando hoy a través del amor. Siempre es lo mismo: amar. amar.. ahí está el asunto. Lo demás son adherencias.
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