Del Evangelio de este domingo, Lucas 14, 1-14, copiamos:
"Porque el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado...
Cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados y a los ciegos. ¡Dichoso tu si no pueden pagarte! Recibirás tu recompensa cuando los justos resuciten"
Hoy este Evangelio nos está hablando de la humildad. En estos tiempos -seguramente siempre- el honor y la gloria es a lo que primeramente aspiramos. Invitar a aquellos que nos pueden corresponder es también la tónica más común.
Y sin embargo, la Palabra de Jesús nos está invitando a apartarnos del poder y de los mejores puestos, a fijarnos en quienes están desvalidos y son pobres, en aquellos que están más apartados y que nada nos pueden aportar.
Una vez más parece que los valores sociales más alabados chocan con los valores del Evangelio. Quizás por eso es tan difícil seguir a Jesús. Él nos está pidiendo humildad, generosidad, cercanía a los desvalidos. Jesús quiere que demos amor a los últimos, a los enfermos, a los ancianos, a los que viven en soledad, a los que están depresivos, a los que han perdido el rumbo, a los que no tienen esperanza...
Y estas personas no están lejos de nosotros. Quizás las hay en tu misma familia, en tu comunidad de vecinos, entre tus amigos... quizás pasan a tu lado y tu no las ves o miras para otro lado...
"La humidad es la verdad", decía Santa Teresa.
¿Lo intentamos?
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