Harald Harung, doctor en
Filosofía, en Ciencia Cognitiva e investigador. Tengo 71 años. Nací en los
fiordos y vivo en Oslo, Noruega. Soy profesor de Ética y Máximo Rendimiento en
la Universidad de Oslo. Estoy separado y tengo un hijo y una nieta. Mi política
es que la gente sea feliz, si lo somos conquistaremos la paz. Soy profundamente
espiritual, pero no creyente. Heredero de Abraham Maslow,
que estudió a cien personalidades mundialmente reconocidas por su alto nivel de
éxito, Harung, con su colega norteamericano Frederick Travis, lleva cuatro
décadas investigando mediante imágenes cerebrales la excelencia y ha demostrado
que, durante su actividad, los número uno experimentan estados superiores de
conciencia y presentan un patrón único de ondas cerebrales que los lleva a la
calma, a una ética más afinada, a realizar sus quehaceres con precisión y sin
esfuerzo, y a un estado de felicidad. Por suerte, asegura que ese ser
sobrehumano se puede entrenar gracias a la meditación trascendental.
Presentarán sus conclusiones en la Academia de Ciencias de Nueva York. Nuestro cerebro tiene un
potencial enorme para ser feliz.
¿Feliz?
La felicidad está ligada a la
capacidad cerebral. El investigador Frederick Travis y yo llevamos 40 años
estudiando el rendimiento de los número uno en tres campos: ejecutivos de alto
nivel, deportistas y músicos.
¿Y?
Tienen una motivación
intrínseca que los lleva a buscar el significado, el propósito de las cosas, la
expresión de sí mismos y la paz interior. Para ellos las motivaciones externas
son secundarias, no buscan el dinero, ni el poder, ni la fama.
Sigo sin entender la relación
entre la felicidad y tocar bien el violín.
Estudiamos varios parámetros:
uno es social, relacionado con el trabajo que escogemos y las relaciones; los
otros son intrínsecos y los medimos mediante la neurotecnología y registrando
la química cerebral y las ondas alfa.
¿Cuáles son esos parámetros?
El razonamiento moral, la
capacidad creativa, la inteligencia y el número de experiencias cumbre.
¿Experiencias cumbre?
Los momentos más felices y
plenos de la vida que, a menudo, se perciben en momentos de óptimo rendimiento
o desempeño.
¿Qué le indican las ondas
alfa?
Aparecen cuando estamos muy
relajados pero despiertos, lo que equivale a mucha creatividad con un alto
rendimiento.
¿Qué han visto?
Ante los tests de reacción,
las personas de alto rendimiento esperaban a responder en el último instante,
de manera que movilizaban las neuronas sólo hasta el punto necesario. Sin
embargo, el grupo de control movilizaba las neuronas mucho antes y
desperdiciaba mucha energía mental.
Entiendo.
Descubrimos que las personas
que presentan un alto rendimiento tienen el doble de coherencia que el grupo de
control, es decir, la frecuencia de ondas alfa, de conexión entre los diversos
puntos del cerebro y la respuesta al estímulo, es muy superior a la del resto.
¿Qué estudios se suman a los
suyos?
Desde que nosotros publicamos
nuestros resultados en el 2011 y el 2012, en los que medimos 36 puntos
cerebrales, la Universidad de Oxford ha llevado a cabo un gran estudio en el
que han medido más de 200 y descubrieron que las personas con poca conectividad
sufrían de ira, transgredían las normas y dormían mal.
¿Y cuáles fueron las
consecuencias de la alta conectividad?
Un vocabulario muy rico, buena
memoria y lo que es más importante: esas personas estaban más satisfechas con
su vida.
Hablemos del siguiente punto
de su investigación: el razonamiento moral.
Si tu moral es elevada, no
piensas sólo en ti mismo. Las personas de alto rendimiento cerebral obtuvieron
una puntuación mucho más elevada en razonamiento moral.
¿Qué le sorprendió?
Los altos directivos noruegos
tienen una ética más elevada que la media.
¿Y eso?
En Noruega los salarios entre
estos y el resto de los trabajadores son más igualitarios, así que su
motivación no es crematística, es intrínseca. Cuando pagamos a los directivos
cantidades impresionantes de euros quizá conseguimos a las personas
equivocadas.
¿El dinero lo enturbia todo?
Nos hace confundir valor y
precio. Pero hoy sabemos con certeza que las grandes personalidades tienen el
doble o más de experiencias cumbre que el resto de los mortales, especialmente
los músicos.
Póngame un ejemplo.
“Es como si mi interior se
expandiera –explica un músico de la Filarmónica de Oslo– para incluir a toda la
orquesta, al público y a toda la sala, como si todos fuéramos música. Y todo
fluye sin dificultad”.
Qué envidia.
Está al alcance de todos. Hay
tres factores determinantes: el desarrollo mente-cerebro, el talento, y la
práctica, pero esta sólo representa un 20%.
¿Y la educación?
Según un metaestudio con
millones de personas, la educación apenas afecta, y la edad es irrelevante.
Con el talento se nace.
Hay un talento que tiene todo
el mundo: la capacidad de desarrollar la mente-cerebro.
¿Cómo?
Durmiendo lo suficiente,
practicando ejercicio físico moderado, escuchando y tocando música y mediante
la trascendencia, que es con mucho lo más importante.
¿La trascendencia?
Sí, las experiencias cumbre.
Los altos estados de conciencia son naturalmente accesibles a la fisiología
cerebral humana. Lo investigo desde hace 43 años y sabemos que su práctica
aumenta la felicidad. Si queremos, podemos alcanzar una edad de oro de la
humanidad.
¿Cómo podemos activarlos?
Mediante la meditación
trascendental, una técnica sencilla. Hay una relación directa entre el
desempeño óptimo y los altos estados de conciencia con calma interior y
felicidad en medio de una actividad dinámica, máxima alerta, ausencia de
esfuerzo y facilidad de acción.
La vanguardia 2017