En la VIII Semana de Cine Espiritual se proyectó una película sobre el Camino de Santiago titulada precisamente The Way – El Camino. El protagonista emprende, sin ninguna convicción, el Camino por accidente de su Hijo al inicio del mismo.
Lo que a mi me ha hecho reflexionar ha sido cómo los distintos personajes, compañeros de viaje del protagonista, recorriendo el mismo camino físico y viviendo experiencias y circunstancias similares cada uno termina el camino con una vivencia, con una transformación de su vida única y diferente.
La mayoría de nosotros hemos iniciado el camino hacia el encuentro con Dios porque nuestros padres nos transmitieron la fe y nos enseñaron que el Evangelio es la senda que nos conduce hasta la meta. En el trayecto nos hemos encontrado con multitud de peregrinos viviendo alegrías, superando escollos, amando o siendo amados en situaciones muy parecidas. Quienes estamos casados caminamos con alguien a nuestro lado, el esposo o la esposa, con quien planificamos las etapas, nos reímos o lloramos al unísono, nos ayudamos a subir las cuestas, descansamos y reponemos fuerzas en las mismas fuentes y sin embargo, al final de cada jornada, toda estas situaciones producen en cada uno vivencias y transformaciones únicas y diferentes.
El caminante
La reflexión del Caminante me hace ver que cada persona es única e irrepetible y que lo esencial está dentro de cada uno. Esta vida se hace más agradable compartiendo, viviendo en relación. Somos seres en relción. Pero, el momento definitivo cada uno lo afrontaremos individualmente. Por eso qué importante es valorarse, quererse y no esperar de fuera lo que cada uno tenemos dentro.
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