Se han celebrado estos días el aniversario de dos acontecimientos importantes: el tsunami en Japón y el 11 M en España; el primero demuestra lo que es capaz de hacer la naturaleza incontrolada, el segundo lo que es capaz de hacer el hombre con un odio incontrolado, que le lleva a matar a sus semejantes por defender unas ideas.
En los actos de este aniversario la cerrazón de unos y otros les ha conducido a realizar distintos actos por separado.
Me pregunto cómo el corazón del ser humano puede endurecerse y cerrarse tanto para no intentar ponerse en el lugar del que tenemos enfrente. ¿Cómo somos tan intransigentes que no dudamos en pisotear los derechos de lo demás? No tratamos de dialogar, sino todo lo contrario, intentamos invadir la libertad de los demás e imponerles nuestras ideas, aunque sea a la fuerza, para salirnos con la nuestra, sin tener en cuenta las posturas de los que tenemos enfrente.
¿Merece la pena abrir estos abismos? ¿Nos sentimos a gusto con estas “victorias”? ¿Cuándo nos daremos cuenta de lo equivocados que estamos y que sin el diálogo y el perdón no podremos poner un poco de cordura ante tanto desatino?
Arián
Es cierto, sin diálogo no hay cercanía, sin diálogo no hay victorias, sólo avasallamiento del otro; sin diálogo no hay evangelización, porque para ello hay que ESCUCHAR y sin diálogo no hay escucha.
ResponderEliminar¿Cuándo lo aprenderemos?
Abogo por el diálogo en todo caso.Pero, ¡qué diferencia tan grande del txunami de Japón al 11M de España! En este segundo caso, la acción maligna del hombre a gran escala se puso de manifiesta: ¡¡cuánto horror!!. En el tsunami, las leyes de na naturaleza son las que causaron tanto dolor, leyes que, tantas veces, el hombre o no conoce o quiere ir contra ellas, y pasa lo que pasa.
ResponderEliminarMe apunto a un hunanidad del diálogo en el que todas las personas se gobiernen desde el repeto propio y ajeno. Sin imposiciones. ¿Un imposible? A nivel personal, desde luego que no, si cada uno en su ámbito lo aplica. Con eso ya es mucho.