Capilla Barajas Terminal 1 |
El evangelio de este cuarto domingo del tiempo ordinario es de Marcos 1: 21 - 28 y dice así:
Llegan a Cafarnaúm. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar.
Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar:
«¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.»
Jesús, entonces, le conminó diciendo: «Cállate y sal de él.»
Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él.
Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.»
Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.
Tres ideas queremos destacar:
Primera: Jesús enseña con autoridad. ¡Claro!¡Es Dios! ¿Cómo no va a enseñar con autoridad? Nadie, hasta entonces lo había hecho así. Y nadie desde entonces y nunca podrá hacerlo así. Seamos conscientes de nuestros límites. Sólo Dios es omnipotente.
Segunda: ¿Qué enseñaba? Lo que nos han transmitido los evangelios. Las bienaventuranzas. El mandamiento del amor. Ahí está la esencia imperecedera. Por eso expulsaba los espíritus inmundos: la soberbia, la avaricia, el engaño, la enfermedad….
Tercera: ¿A quién enseñaba? A todo aquel que quería oírle. Sobre todo acudía la gente sencilla. En este caso fue en Cafarnaúm. Pero recorría todos los lugares de aquella Región para anunciar la Buena Noticia. Jesús ofrece una vida distinta donde el más humilde sea el más grande.
Todo esto vale también para hoy. Su enseñanza la conocemos. Para asimilarla es necesario retirarse, rezar, meditar, pedir ayuda, dar gracias, alabar. Una vida donde Jesús cuente es una vida feliz.
Acabo de oír el número de parados que hay en nuestro país: más de cinco millones y aproximadamente millón y medio son familias donde todos sus miembros están en el paro. Esto no puede ser una cuestión ajena a los cristianos. Ya se que Caritas está volcada. Pero cada uno de nosotros tenemos que encontrar la manera de implicarnos para disminuir esta lacra social. Y junto a ello hay unas pocas personas con enormes fortunas. ¡No debiera ser posible! Los bienes son para todos. Acumularlos en pocas manos es inhumano. ¡No puede ser! ¡No es cristiano!
Ante ello, la primera medida la oración, ¡confiamos en Jesús!, y a partir de ahí que cada cual saque su compromiso.
Señor Jesús,
Hoy te pido por los parados,
Por aquellas familias que están al borde de la desesperación,
Por quienes les falta el trabajo,
Por quienes no tienen lo mínimo para el mes,
Por los que buscan, buscan y no encuentran,
Para que no pierdan la esperanza.
También te pido por los gobernantes
Para que en las medidas que tomen
Estén siempre con preferencia las personas,
Especialmente las más débiles y necesitadas.
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