Nos vinculamos a las personas
a través de dos sentimientos básicos, el amor y el odio y en cualquiera de
ellos está presente el miedo, cuando amamos, miedo a perder a la persona amada,
cuando odiamos, miedo de no volver a amar.
Nos identificamos con nuestros
sentimientos pretendiendo fijarlos “para siempre”, no se puede fijar el amor
para siempre y cuando tenemos esa intención es cuando aparece el miedo a
perder, está claro que si no quisiéramos poseer ni perpetuar, el miedo no tendría
cabida porque su lugar lo ocupa la libertad y ambos no pueden coexistir juntos,
como no lo pueden hacer la luz y la oscuridad.
Un antídoto potente es la despersonalización del miedo, yo no soy mi miedo y por eso puedo elegir mirarlo con distancia emocional, erradicarlo o echarlo de mi vida.
DETRÁS DE CADA MIEDO HAY UN
DESEO AGAZAPADO AL QUE NO NOS ATREVEMOS A DAR VIDA
Un día acompañaba a una
persona en el proceso terapéutico de superar su ansiedad. Constantemente
hablaba de que sus miedos la mantenían paralizada, se sentía sin energía e
incapaz de hacer nada. ¿Cuál es el miedo al que más le temes?, le pregunté, “Me
aterra volverme loca, ese es mi mayor miedo”. ¿Quieres trabajar tu miedo a
volverte loca?, “sí”, respondió de inmediato. Entonces le ofrecí un folio en
blanco y le di la consigna: escribe en la parte superior del folio “tengo miedo
a volverme loca” y así lo hizo. Ahora escribe debajo “DESEO volverme loca
PARA…” y a continuación escribe todo lo que te venga. En ese momento me miró
negando con la cabeza, “ya te he dicho que ese es mi mayor miedo ¿Cómo voy a
desearlo?”. Ya te entendí y tú aceptaste trabajar este miedo, adelante, escribe
lo que te venga. Después de unos minutos volvió a mirarme, esta vez su cara
reflejaba el asombro, sus ojos estaban muy abiertos y rápidamente comenzó a
escribir: “deseo volverme loca para decirle a mi marido que ya estoy harta de
que no me trate bien, a mis hijos que estoy hasta las narices de tener que ir
siempre detrás de ellos quitando sus enredos, a mi jefe quiero decirle que es
un explotador, a mi madre que me fastidia que me manipule con sus permanentes
quejas……”.
Responsabilidad significa
responder y en este caso, como en muchos, el miedo es una buena excusa para
echar balones fuera y evadir nuestra responsabilidad.
El antídoto es conectar con
nuestros deseos y atrevernos a jugarlos, si enfocamos nuestra energía hacia el
autorespeto nos hacemos fuertes, aprendemos de las experiencias y transformamos
nuestro miedo en sabiduría.
El bienestar no depende de tener una vida sin problemas, sino en fijar la confianza en nuestra capacidad para afrontarlos.
TODO ES SEGÚN EL COLOR CON QUE
SE MIRA
Cuando miras con negatividad lo que ocurre a tu alrededor, dejas que el miedo aparezca y se fortalezca, así que potencia tu optimismo y revisa la manera como interpretas la realidad, todo es cuestión de la perspectiva con la que te enfrentas a los acontecimientos.
Desde el miedo tendemos a ver
las cosas peor de lo que son en realidad. Los pensamientos negativos dañan tu
cuerpo y tu equilibrio, así que revisa tu diálogo interno, cuestiona tus
creencias internas y descubre los pensamientos con los que alimentas tu miedo.
¡Suelta tu miedo!.
SI NO TUVIERAS MIEDO ¿QUÉ
HARÍAS?
Te invito a parar un momento y
preguntarte ¿Qué cosas no tengo hoy por culpa de mi miedo?.
Seguro que encontraras muchas
cosas de las que te has privado por no atreverte a realizarlas. Quizá no has
buscado un empleo porque has creído que no eres capaz o no le has dicho una persona
que te gusta, me gustas, por temor a que te rechace o has evitado tener amigos
por miedo a no gustarles o te has callado cuando querías hablar por miedo a que
piensen ¡qué tontería está diciendo!.
Aquí te dejo otra pregunta, ¿Cómo sería tu vida si no tuvieras este miedo?.
Está en tu mano cambiar tu miedo por arrojo y valentía para ser quien eres.
¡ADELANTE!
Dra. María Guerrero Escusa , psicoterapeuta
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