lunes, 31 de julio de 2017

GIRASOLES PARA LOS PÁJAROS




Decidí llenar mi joven huerto de toda clase de hortalizas. De verdes repollos y acelgas, de moradas lombardas y patatas, de rojos pimientos, de diminutos garbanzos, de alegres lechugas y cebollas, de las siempre agradecidas calabazas y de ricos calabacines.

Junto a ellos una docena de girasoles, con el sólo deseo de que alegraran mi vista y fueran alimento sabroso de los pájaros al finalizar los días cálidos.

Al despedirse este verano puedo deciros que la cosecha ha sido generosa y que aún en pie permanecen varios girasoles  en espera de ser degustados por las aves del lugar.

Cada día que visito mi pequeño huerto ellos me esperan para regalarme sus melodías y saludarme el despertar del nuevo día con sus voces de esperanza.

Mis doce girasoles son mi forma sencilla y tímida de agradecer la lluvia del cielo, el calor de lo alto, la amistad de la tierra y tantas otras cosas buenas que a diario la vida nos regala, sin pedir nada.


Todavía sigo rumiando las lecciones de mi pequeño huerto que ha llenado de callos de mis suaves manos.

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